En los últimos años, fortalezca los ecosistemas de innovación Se ha convertido en una prioridad para los países que aspiran a modelos de desarrollo más sostenibles, inclusivos y competitivos.
En este contexto, las universidades emergen como actores estratégicos, al servir como centros para la generación de puntos de conocimiento, experimentación y puntos de reunión entre los sectores de la sociedad pública, privada y civil.
«El papel de las universidades ya no se limita a los profesionales de la capacitación.; Deben ser catalizadores del ecosistema empresarial, integrando la capacitación académica y Inclusión innovadora de carreras que responden a las demandas del mercado, con una investigación aplicada y un vínculo efectivo con el sector productivo «, dice Leandro Feliz Matos, decano de innovación y desarrollo institucional de la Universidad Ibero -Americana, Unibe.
La experiencia internacional, recolectada por Féliz Matos, Madelin Martínez y Neris Ramos durante su participación, en nombre de Unibe, en la 14ª Prodema de innovación y emprendimiento en Chile, lo confirma. Iniciativas como la nueva empresa Chile, promovidas por la Corporación de Desarrollo de Producción (CORFO), han florecido gracias a la gobernanza colaborativa, la inversión sostenida en I + D y el fortalecimiento institucional de actores como incubadoras, universidades y centros de desarrollo tecnológico.
Modelos como Incubaudec, en la Universidad de Concepción, también muestran la efectividad de la articulación de la Universidad-Empresa y el acompañamiento experto de las primeras etapas de emprendimiento.
Para que estos modelos prosperen, se requiere una estrategia articulada nacional, con el estado como un eje facilitador. «Como se observó en países como Chile y Costa RicaCuando las instituciones públicas no solo financian empresarios, sino que primero fortalecen a los actores del ecosistema, la República Dominicana puede replicar ese enfoque estratégico. Más que ejecutar programas aislados, El estado debe invertir en infraestructura de conocimientoPara alentar políticas que fomenten la innovación y promuevan los espacios de colaboración intersectoriales «, dice Féliz Matos.
Actualmente, varios esfuerzos avanzan en esa dirección, aunque los desafíos estructurales persisten. Un diagnóstico realizado por Unibe al ecosistema empresarial nacional reveló que El 28 % de los empresarios enfrentan dificultades para acceder al financiamiento bancariomientras que el 42 % de los actores del ecosistema perciben una desconexión significativa entre sí.
Sin embargo, el estudio también destacó las fortalezas: el 80 % de los actores consultados expresaron una alta disposición para colaborar, y se identificaron más de 25 programas de apoyo vigentes en el país.
En este marco, Unite ha asumido un papel activo a través del Centro de Innovación para el Desarrollo de Negocios y Emprendimiento (CIDE). Desde esta plataforma, se promueven programas como Unibemprende, destinados a acompañar al estudiante de la concepción de una idea a su validación y fortalecimiento.
«El CIDE no solo promueve el espíritu empresarial de las aulas, sino que también ayuda a garantizar el uso estratégico del capital semilla, a través de la validación de modelos de negocio, la formulación de planes y el fortalecimiento de las capacidades clave», explica Madelin Martínez, coordinador del centro.
Esta visión responde a un enfoque institucional más amplio, enmarcado en el plan estratégico institucional de Unibe, que integra la innovación y el emprendimiento como ejes transversales. La Universidad ha incorporado emprendimiento en sus planes de estudio, con actividades prácticas que promueven la creatividad, la resolución de problemas y el pensamiento estratégico.
También promueve proyectos de relaciones nacionales e internacionales y apoya tanto innovaciones sociales y tecnológicas (innovaciones blandas) y desarrollos con patentes industriales o potencial de aplicación (innovaciones duras).
Además, con iniciativas como la reunión y la concentración del emprendimiento, fortalece las redes entre estudiantes, empresarios y representantes del sector productivo, posicionando la academia como un puente entre el conocimiento y el desarrollo económico.
Mirando hacia el futuro, el compromiso estratégico del país debe orientarse hacia una articulación más sólida entre los sectores público, privado, académico y social, priorizar la inversión en ciencia, tecnología e innovación y promover una cultura empresarial inclusiva. Las universidades, en este escenario, no solo son observadores: son piezas clave para lograr un ecosistema dinámico, resistente y orientado al impacto.
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